Artemisia de Halicarnaso en la ficción II

En una entrada anterior repasé las películas en las que aparece el personaje de Artemisia, señora de Halicarnaso, Cos, Nísiros y Kálimnos. En esta me referiré a las dos novelas con fuste (y algunas otras) en las que me la he encontrado. Antes de nada diré que, a diferencia de lo que ocurre en la secuela de 300, la Artemisia literaria que navega por ahí no vive en tramas rape-revenge, como es habitual cuando se trata de mujeres guerreras. No digo que el rape-revenge sea malo ni bueno. Ahí está.

La primera es la monumental Creación (1981), de Gore Vidal. Artemisia aparece en unas pocas escenas, casi como figurante. Ciro Espitama, protagonista de la obra, pasa por Halicarnaso y la conoce. Artemisia es una buena hija, obediente, que no habla a menos que su padre le dirija primero la palabra. Experta, por lo visto, en comer erizos de mar. No muy buena amazona, pues tropieza con una rama baja y se cae del caballo en una partida de caza. Amante del noble persa Mardonio incluso bajo el mismo techo de su esposo. Mardonio, de hecho, quiere casarse con ella nada más que enviude, para quedarse con su herencia. «Justamente detrás de Lygdamis había una silla donde estaba sentada su hija Artemisia. Era una muchacha delgada, de pelo rubio. Como su marido estaba constantemente enfermo, cenaba con el padre como si fuera su hijo o su yerno. Se decía que tenía un hermano, loco. Y en consecuencia, según las leyes dorias, era heredera natural del reino». Ya digo que no se trata de un personaje importante en la obra, de modo que su caracterización me parece adecuada en el contexto dramático. Esto nos deja una Artemisia pasiva, distante de la que nos dejó intuir Heródoto. Pero, al fin y al cabo, también un primer acercamiento de la caria al lector moderno.

La segunda representación de Artemisia (y la que más me gusta) es la de Javier Negrete en sus novelas El espartano (2017) y, sobre todo, en Salamina (2008). Sin ser protagonista, esta Artemisia adquiere un papel bastante más importante que la de Gore Vidal. Es uno de esos secundarios a los que hay manejar con cuidado porque, si no andas espabilado, se apropian de la trama. No contaré más de ella porque lo mejor es leer las novelas. Ya no solo por la Artemisia tan particular que crea Negrete, sino por el resto de personajes (especialmente ese inolvidable Temístocles) de ambas obras.

Hay novelas sin traducir. La más antigua de entre las que he encontrado es de 1907: A victor of Salamis, de William Stearns Davis. Historia novelada más bien (William era historiador), las menciones de Artemisia son, si no me equivoco, tres. De pasada y sin entrar en detalles. Entre otras obras menos conocidas en España, hay una en inglés escrita por un griego, Theo Papas, 300, the empire (2014, autopublicada al parecer y solo en digital). Tiene pinta de novela coral, con Temístocles como protagonista y una Artemisia que es prima suya y se lo quiere beneficiar. Me suena todo, desde el título hasta el parentesco, pasando por el beneficio. También he visto una participación somera de Artemisia en la novela Salamis, de Christian Cameron (2015), obra sin traducir. Es una de las entregas de una serie llamada Long war, protagonizada por un tal Arimnestos de Platea. Cameron publica bajo varios nombres y cuenta con una producción larguísima (es otro de los que saca varios libros al año, y algunos están traducidos y publicados aquí). En su galería de personajes, al inicio de Salamis, ni siquiera se molesta en añadir a Artemisia, lo que nos da una idea de su relevancia en la trama. También me he encontrado con una novela reivindicativa norteamericana, una cosa más o menos autopublicada por un activista tejano llamado Roy Casagranda, en la que reconoce su tirria por la «misógina y racista» película 300. The rise of an empire (algo insinúa incluso acerca de boicotear ese tipo de ficciones), y nos hace sabedores de que casi nadie conoce a Artemisia fuera de Turquía, Grecia e Irán. Gracias y tal, Roy.

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