Interesan las
acepciones de nuestro entorno latino porque el asedio del que hablé en el
epígrafe anterior, el que llevó a la sacudida y acabó con la transformación del
concepto de mercenario, pudo venir desde fuera de España. Saltamos al siglo
XIX. Hacia la primera mitad, el término en italiano ha sufrido una
transformación, o eso parece. Primero un vistazo a la acepción más inocente Nuovo dizionario de’ sinonimi della lingua
italiana, de Tommaseo, 1833; esta no creo que sea necesario traducirla:
«Mercenario chi
serve altrui per mercede; l’idea di mercenario non ha punto di spregevole in
sé: ma parlando di colore i quali per istituto dovrebero operare a fine di
carità, di giustizia, d’onore, allora acquisia mal senso».
El matiz
negativo se reserva para quien opera con fines de caridad, justicia y honor. Se
entiende que estos objetivos son tan elevados que cobrar estipendio por ellos
rebaja a quien los busca. ¿Comprendería esto a la milicia, aunque no se nombre
explícitamente? Es de suponer que sí, pero también comprendería a otras
ocupaciones. Sin embargo, quince años más tarde aparece una referencia militar
en la Antologia italiana giorniale di
scienze, lettere de arti, de 1848. En el apartado «Sulla guerra e sugli
eserciti» en el capítulo III. Truppe mercenarie— el texto asegura que «La
civilizzazione va debitrice alla istituzione delle leve annuali di uno de’ suoi
maggiori progressi: il licenziamento dei mercenarii stranieri, dei quali
presentemente rimangono apenna pochi reggimenti al servizio di Napoli e di
Roma».
Se insiste
después en el progreso que supone esta reforma militar: se pretende extender la
leva ciudadana en contraste con el empleo, preferiblemente a evitar, de
mercenarios extranjeros. Se considera apropiado «militarizzare un paese da
lunga pezza occupato da mercenarii stranieri». Hay que poner esto en relación
con el momento histórico italiano y sus antecedentes, pero lo que interesa aquí
es que el concepto de «mercenario» que se acerca más al nuestro actual podría
haber surgido en Italia —¿lógico, teniendo en cuenta el protagonismo de los condottieri en la historia italiana?—. E
incluso se nos ofrece ya una definición. Primero por lo negativo, al decir que
no son mercenarios todos los individuos que sirven por un salario. Tampoco es
mercenario el soldado propio que recibe del gobierno una retribución, sea
escasa o ajustada. ¿Qué podemos considerar, entonces, como mercenario? Pues «a
tutto rigore, é mercenario colui che serve a stipendio straniero, lungi dalla
sua patria, e senza autorizzazione del governo legittimo del suo paese».
Sea por culpa
de lo italiano, sea por camino paralelo o por cualquier otro, nuestro concepto
evoluciona (o involuciona, según se guste) en el mismo sentido, y de ello
aparecen muestras unos años más tarde. El
Diccionario militar, etimológico, histórico y tecnológico de José Almirante
ya asume en 1869 una acepción militar que sumar a la civil, y hasta entra en el
detalle del matiz negativo, lo cual incluso sorprende al señor Almirante:
«MERCENARIO.
Del latín merces, en castellano merced, que, seg. Dicc Acad., es premio ó
galardon que se da por el trabajo, especialmente al jornalero. MERCENARIO, el
que sirve por su estipendio. En el día se toma esta palabra en mala parte sin
saber por qué. En su sentido recto y general, todo el que recibe SUELDO es
mercenario; y en ningún tiempo ha sido vergonzoso, sino muy recomendable y
meritorio, “recibir estipendio por su trabajo”. Aunque el vocablo se concrete y
exclusivamente se aplique al SOLDADO AVENTURERO y al OFICIAL DE FORTUNA, que se
ponen á sueldo de una causa o de una nación extraña; la moral, la filosofía, el
patriotismo podrán acaso tener algun escrupulo, el ARTE MILITAR ninguno, si
esos SOLDADOS son “buenos”».
Dos años
después, 1871, en el tomo XXI de la Revista
de España aparece este ilustrativo texto:
«Tratando de
herir en lo más vivo el sentimiento del honor militar, se dice que el soldado
voluntario es un miserable mercenario, y se olvida la relación etimológica que
existe entre las palabras sueldo, soldada y soldado, y el que esto dice suele
ser un oficial, un jefe ó un general que sirve á su patria y cobra su sueldo,
lamentándose de la rebaja del 10 por 100 á que se halla sujeto por los apuros
del Erario público. No es mercenario en el sentido despreciativo que se
pretende dar á esta palabra, el soldado que sirve á su patria y cobra su
soldada, como tampoco lo es el oficial que cobra su sueldo en pago de los
servicios que en su empleo presta. En el sentido más amplio de la palabra,
tanto el soldado, como el oficial, como cualquier empleado del órden civil y
judicial, los ministros inclusives, son mercenarios, pues el Diccionario de la
lengua castellana (edición de 1803) dice así: Mercenario, mercenaria, adjetivo
que se aplica al que trabaja ó sirve por su paga. Cese, pues, esta calificación
de mercenarios aplicada en son de menosprecio a soldados voluntarios, que deben
ser los mejores soldados del ejército, que lo han sido en lo pasado, que lo
serán sin duda en lo porvenir el día que existe una bien entendida organización
de la fuerza armada».
Quince años más
tarde, 1886, la acepción principal sigue siendo la del asalariado, sin juicios
de valor. Pero la acepción militar, así como las connotaciones negativas del
concepto en general, aparecen definitivamente aceptadas en castellano a tenor
del Diccionario de las lenguas española y
francesa comparadas, de Nemesio Fernández Cuesta:
«MERCENAIRE
(mersnér): adj.: mercenario, el que trabaja por estipendio ó jornal. ||
Mercenario, que sólo tiene por objeto un interés más ó menos sórdido. || Fig.:
interesado, ávido de ganancia. || Dictado, inspirado, motivado por el interés.
V Mil.: mercenario, soldado aventurero y oficial de fortuna que se ponen á sueldo
de una causa ó de una nación extraña. || Áme mercenaire, alma que se vende, vil
sobornable, || Main mercenaire, mano mercenaria, todos los trabajos, artes que
no tienen otro móvil que la ganancia. || s. m.: jornalero, bracero, trabajador
que trabaja pro un jornal ó estipendio convenido. V Tropa que sirve en la
guerra á un príncipe extranjero por cierto estipendio. || Fig.: hombre
corrompido, que se vende, corrupto.
Et. del latin
mercenarius; de merx, mercancía, unido á mercrí, merecer, y quizás al griego
meros, moros, mora, parte, partición, meiromai, partir, formas del sanscrito
mar, dividir, cortar. Antiguo español mercendero, el que recibía gracia ó
merced; provenzal y catalan mercenari; italiano mercenario».
¿Nos acercamos
un poco más al sentir de la calle? En el Diario
de Sesiones del Senado del año anterior, 23 de diciembre de 1876, se
reproduce un debate entre el senador Fernández San Román y el general Concha.
Aparte de comprobar la educación erudita con la que discutían aquellos
caballeros (nada que vez con la zafiedad poligonera de los canis y chonis que
tenemos ahora en todas las instancias políticas), hace San Román un sucinto
repaso a la historia —por entonces reciente— a propósito del sistema de
reclutamiento militar, y recuerda que la institución de los ejércitos
permanentes, aunque no como obligatorios, data del siglo XVI, como iniciativa
del cardenal Cisneros: «Si bien sin sorteos, quintas, conscripciones ni manera
alguna de sacar el Estado los hombres para el servicio de armas. La idea de ejército
permanente viene de que el Estado, no siendo entonces el único que convocaba
gentes para la guerra, asumió el derecho y mantuvo constante fuerza pública. A
mediados del siglo XVII, que en mi concepto termina por completo el servicio
mercenario, despues de la guerra de los treinta años, vienen las quintas,
establecidas en tiempos de Luis XVI, como ha dicho bien el Sr. Ruiz Gomez, y va
progresando esta forma de reclutamiento á proporcion de las necesidades de la
guerra y de los Estados».
¿Significa este
repaso que jamás en la antigüedad hubo relación específica entre el término
«mercenario» y la acción bélica? Pues no se puede decir tal cosa. Para empezar,
la guerra es una ocupación en toda época y, como las demás ocupaciones, era
susceptible de hacerse por dinero. De un labrador por cuenta ajena en el siglo
II d. C. podría predicarse ahora que era un mercenario. Y también de un soldado
que cobraba, claro. La cuestión es: ¿realmente se decía entonces?
Siguiente sección de EL CID NO ERA UN MERCENARIO: El término y su correspondiente concepto III
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